La integración de criterios de responsabilidad ambiental en la gestión de las empresas es un fenómeno que se ha acelerado notablemente en los últimos 2 años. Si bien la tendencia no es nueva, hay varios elementos que han provocado esta tendencia reciente. EL principal hecho que situó los criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobierno), en la agenda de los grandes decisores financieros globales, fue la decisión de la alta dirección de BlackRock, de llevar toda su cartera de empresas invertidas a integrar mecanismos que permitieran un seguimiento a sus políticas relacionadas con esos tres ámbitos.

Pero, ¿por qué esos tres ámbitos?

La respuesta que es que esos ámbitos son la fuente principal de riesgos latentes en sus inversiones. Las empresas que no llevan un control estricto del desempeño en esos campos, o bien no tengan estrategias activas para alcanzar objetivos de mejora, suponen un riesgo evitable en sus carteras de inversión. Los riesgos ambientales es fácil tenerlos identificados, pero no es el caso de los de gobierno corporativo o los sociales, que pueden minimizarse o pasar desapercibidos por el conjunto de la organización.

Tener una preocupación real sobre estos asuntos tiene mucho sentido dado el perfil de BlackRock, una de las principales entidades de gestión de inversiones del mundo. Están en el capital de miles de empresas con inversiones multimillonarias, y no siempre suficientemente cerca de la gestión, de forma que el reporting exhaustivo y la documentación estratégica, son un mecanismo óptimo para ese control.

El fenómeno generado por esa decisión ha generado un tsunami de interés en el mundo empresarial. Pero ¿está siempre justificado? Desde Ayco creemos que si. Más allá de la confusión que hay acerca de cuál es el objetivo último de la integración de está práctica, nosotros creemos que el aspirar a la excelencia en la gestión de los tres ámbitos descritos nos hará una mejor compañía.

El sector de la promoción inmobiliaria y de la construcción tiene un impacto muy notable, no sólo desde el punto de vista ambiental. Desde el punto de vista social impactamos directamente en la vida, dinámica y paisaje de los lugares donde desarrollamos nuestras promociones. Llevamos la vida de cientos de personas a nuevos entornos, que en muchos casos reciben esa población como nueva. Dotamos comercialmente los espacios, condicionando las dinámicas socio económicas. Esto externamente, pero internamente también tenemos una responsabilidad sobre el equipo y conjunto de personas con las que nos relacionamos. Y desde el punto de vista de gobierno, tanto internamente, como en las prácticas de relación con nuestro entorno, estamos también expuestos a suficiente presión como necesitar dotarnos de una estrategia corporativa que de coherencia a los que queremos hacer con lo que de hecho hacemos.

La conciencia de la importancia de nuestras decisiones en estos tres ámbitos nos mueve a integrar en nuestra gestión niveles de autoexigencia altos. Que vayan más allá de la mera responsabilidad social corporativa. Un ejercicio de responsabilidad empresarial que va desde dentro hacia fuera. Vemos en los criterios ESG una forma de sistematizar esta forma de incorporar al alcance de nuestro impacto, para intentar generar el máximo posible para conseguir un entorno mejor.